SIERRA NORTE


A veces escribir cuesta trabajo. Otras por el contrario tienes tan claro lo que vas a plasmar que las palabras fluyen de manera inteligente. Hoy no es el caso.

No hace mucho tiempo me dijo un buen amigo que un buen día te levantas y empiezas a obtener los frutos de tu cosecha. En realidad, no has cambiado nada, sigues con tus rutinas diarias, pero este año te toca obtener frutos, así son las cosas!!. Y a mi este final de año deportivo me ha producido gran satisfacción. No sé si rodar a casi 25 km/h en Ayllón y hacer un sexto puesto me ha dado alas o simplemente, que mi estado de forma es bueno y ese sexto puesto me ha ayudado a creer en mí un poquito más.

Subiendo el domingo pasado por el puerto del Medio Celemín, me crucé con un paseante que me dijo: “vamos campeón, eres el 22”, en ese momento algo en mí volvió a despertar, sólo pensaba en visualizar al 21 y darle alcance. Cuando llegué al 21 di alcance al 20, luego a un grupo de 3 quedando el 16, y ahí me mantuve hasta que algo vestido con un maillot azul me dio tal pasada que casi me saltan las pegatinas de mi Trek. Volvía a tener el 17 y quemazón en las piernas. Pasar por el cuarto avituallamiento, que también era el tercero, fue emocionante. Los muchos participantes que allí se encontraban reponiendo energías para los 25 Km más duros de toda la carrera, aplaudían y gritaban, “venga, vamos, vamos, queda poco!!”. Miré hacia atrás pero no había nadie, llevaba muchos kilómetros rodando solo, me vitoreaban a mí. Me pareció increíble, evidentemente apreté los dientes y me tragué mi dolor de piernas, realmente me sentí emocionado. Ya sé que es una tontería, pero en esos momentos de cansancio y agotamiento te reconforta el calor humano. Llegar hasta ahí me había costado bastante trabajo. La salida fue, como casi siempre, un desastre. Cuando me quise dar cuenta me habían pasado 150 ciclistas y llegaba el primer estrechamiento a paso de dos con alguna trialerilla. Tuve que recuperar poco a poco, cada bajada de piñón y empuje de piernas suponían tres ciclistas menos, bajar por el lado difícil de la trialera suponían cinco o seis, así fui recuperando posiciones, las salidas a pistas forestales suponían plato grande y a sufrir. Llegado el momento, me di cuenta de que rodaba solo, de vez en cuando adelantaba a alguien pero se podía decir que iba solo. Esta sensación me desagrada bastante ya que vas muy pendiente de no perderte con lo que el pedaleo no es tan redondo como cuando llevas compañía y te dejas llevar, pero era lo que había. Alcancé a Ricardo, compañero de Mammoth, seguramente había salido en muy buena posición y la había conservado, pensé que podríamos rodar juntos, pero en el segundo avituallamiento, me hizo la doce-trece y mientras hacía mis necesidades fisiológicas salió sin decir ni adiós. Después de mis necesidades y de unos tres higos más o menos, salí a su caza y captura; le temblaron los caracoles de los radios cuando le pasé en mitad de una subida. Es uno de esos momentos, que piensas que quizás todo ese esfuerzo lo pagues y luego te puede volver a adelantar, y entonces quedas como un auténtico idiota. Pero como decían en una pelí “a veces hay que decir: pero que coño!! y pasar de todo”, esa sonrisa interna que te sale, bien merece un sobreesfuerzo, jajaja!!. Esta vez salieron bien las cuentas, y  le cayeron cuatro minutos y medio de diferencia en línea de meta. Yo seguía con mi ritmo impuesto por la celebración del cumpleaños de mi madre. A las tres tenía que estar en Madrid, duchado y sentado en la mesa del restaurante, y a una madre no se la puede fallar. Llegó el kilómetro 50 y pasé por el avituallamiento sin pararme en él, pensé en mis compañeros, Miguel Angel, Galán, Peña , Rubén y fui cuando me di cuenta de que no se me estaba dando mal el día porque Pablo no me había alcanzado aún.
Pronto empezaría la gran subida del día, y allí estaba el paseante, con su bastón en la mano y diciéndome mi posición. El 22…uhmm!!, iba pedaleando y pensaba: “tengo que ver al 21”, “donde coño está??”  Mi cabeza pasaba de un pensamiento a otro demasiado rápido, era buen síntoma, tenía buen ritmo, era incapaz de centrar mi pensamiento. Finalmente los adelantamientos y la aparición por el avituallamiento de nuevo. Como reconforta escuchar a la gente con sus gritos de ánimo, es algo emocionante, comprendes porque vuelves una y otra vez, porque sufres, porque te sientes bien. Yo he tenido la suerte y, espero seguir teniéndola, de llegar a alguna cumbre montañosa en solitario, escuchar el sonido de tus crampones bajo tus pies, el sonido de tu sufrida respiración, o el deslizar de tus esquis sobre la nieve, parar, sentarte, contemplar la vista y escuchar el silencio, maravilloso ejercicio de reflexión. Curiosamente los gritos y el silencio llevan a la misma exaltación de los sentidos, consiguiendo por breves instantes eso cosquilleo que no entiendes muy bien que es.
Pensando en mi esfuerzo, en mi hija, en mi mujer, en mi grandiosa madre, y en cuando coño se iba a acabar ya tanto caminito rompepiernas, llegué a la carretera que me conducía a la línea de meta. Una recta, aplausos de los turistas y lugareños que tomaban las cañas en los bares del Berrueco, y en la curva, el arco de meta. Alzada de brazos en reconocimiento de mi propio triunfo y al final un meritorio puesto 32 (en una de las rutas, para mí, más exigentes de Madrid). El muy cabrón del paseante se había equivocado en 15 ciclistas, ahí es ná!! jajaja!! .  

Lejos quedé de Alfredo Padilla y Jesús Lopez Tapias, compañeros del club que me sacaron media horita consiguiendo su quinta y sexta posición, esos son máquinas y no personas, jajaja!!. Mi enhorabuena al resto de mis compañeros, Miguel Angel, Peña, Galan, Pablo y Rubén por sus tiempos, su esfuerzo y su dedicación. Que sepan ustedes que me encanta pedalear a su lado y mantener esas conversaciones tan nuestras que nos hacen esos buenos momentos, mejores si caben. 

Finalmente llegué a Madrid, me duché, me vestí para la ocasión y me senté en el restaurante a la hora prefijada con la satisfacción de las cosas bien hechas.

Espero que finalmente mi redacción no haya sido tan mala, ahora sólo me queda la crónica de la Euskadi Extrem, jajaja!!



Saludos pa´tos

Tony

UN DIA EXTRAÑO (AYLLON)


Un día extraño. Así comenzó este domingo 19 de septiembre. Eran las 8 de la mañana y la radio anunciaba la muerte de ese gran personaje aragonés, que recorrió España a golpe de mochila e hizo vibrar el corazón de muchos con su Canto a la Libertad. Para él mi crónica.
Ocho y media, Bar Pedro, Ayllón. Aquí estoy, tomando mi café. Junto a mi, dos borrachuzos que me miran al entrar. “Ponme un café con leche, con la leche muy caliente, por favor”. Me miran, sonríen y preguntan: “qué? Cuando empieza la vuelta?”. Los miro, sonrío y contesto, “mañana, pero he venido un poco antes para ver si me dais algo” . Menuda melopea que llevaban los colegas, finalmente me invitaron al café, jajaja!!

Salí del bar al recibir la llamada de mi jefe de filas, Pablobike. Me dirigía al aparcamiento cuando recibí la llamada de mi gran amigo Ramón que ya estaba por allí. Fui a buscarle y juntos fuimos a por Pablo. Allí nos encontramos con Ignacio, que ya tenía ganas de conocerle después de tanto correo. Luego nos encontramos con Miguel, Antonio, Mari  Paz, Juanma y Javi, el gran Lor. Ya estábamos la grupeta al completo, pero los ritmos serían diferentes.

La salida se dio a las 10 de la mañana, más o menos. Ramón y yo buscamos los primeros puestos rápidamente, Pablo nos cogería en el asfalto, antes de entrar en el camino. A la entrada del camino íbamos entre los 20 primeros, pero Pablo se empeñó en ir con los cinco primeros. Los primeros diez minutos fueron cruciales para el desarrollo de nuestra carrera. Se hizo duro aguantar el tirón de los primeros, pero después de pasar las primeras cuestas y llegar los falsos llanos, me encontré en sexta posición. Esto me animó en exceso. Pablo se había quedado atrás, en otro grupo.

Yo iba en el grupo perseguidor del primero, pero pronto empecé a darme cuenta de que ese ritmo me podría perjudicar a la larga, y sinceramente el fantasma del Soplao hizo su aparición. Así que decidido a no perder ni un centímetro pero con la cabeza en mi sitio, me dejé caer hasta un ritmo más aceptable, es decir el grupo perseguidor en el que pensaba que se encontraba Pablo y desde aquí esperar mi momento. Sin embargo Pablo iba un poco más atrás. Seguí mi carrera, me encontraba perfectamente bien, el cansancio era mínimo. Conocía bien la ruta, era mi sexta vez de las ocho que se celebraban. En otras ocasiones había quedado entre los 20 primeros, pero este año sabía que corría mucha más gente que en otras ediciones.

Llegó el primer avituallamiento y por supuesto, paré. Me recree en la parada, me tomé una barrita, rellené el camel y por supuesto regué durante un ratillo el bosque, jajaja!!. Pablo paró a coger agua, un plátano y luego siguió camino. Yo seguí parado, estaba dispuesto a no repetir el error del Soplao. Sabía que tenía por delante un puerto importante y como cogieran un ritmo equivocado yo les daría alcance. Dicho y hecho. Después de mi parada, empecé a funcionar. Fui incrementando el ritmo poco a poco en la subida, a lo lejos podía divisar el grupo. Pablo había alcanzado al grupo en el que pocos kilómetros antes iba yo. Sin viciarme, iba ganando metros al grupo, poco a poco los tenía en mi mano. Un poco antes de coronar el puerto de los Infantes, los había alcanzado.

Sabía que venía una bajada técnica y no sabía si bajarían bien o mal, así que decidí quitármelos de encima. Al pasar a la grupeta, le grité a Pablo que me siguiera, pero no me hizo mucho caso… En fin, yo a lo mío y bajada a tope, sin embargo me había equivocado, me siguieron bastante bien. Me lo tendría que jugar en otra, así que en la subida que venía tiré fuerte y al coronar estaba el segundo avituallamiento, le dije a Pablo que no parara, quedaba poco para la meta y no merecía la pena, pero tampoco me hizo caso…Salí como una flecha hacia la meta y empezaron a caer los kilómetros. A lo lejos divisé al que iba por delante de mi. Buffff!!  como me puse, sólo pensaba en darle alcance. Bueno en eso y en mi hija, porque sabía que esta vez estaba en Top Ten, y no podía darla el disgusto de no llegar en buena posición. Ya en la última cuesta me vi obligado a entender que no podría darle alcance pero aún así no dejé de intentarlo hasta el final. Al coronar esa última pendiente, vi a Pablo a lo lejos, luego supe que el pensó lo mismo que yo,  y que, por supuesto, tampoco dejó de intentarlo hasta el final. Cuando llegué a meta mi cara debió reflejar esa estúpida expresión de alegría. Me había pasado 2 horas y 38 minutos escuchando a mi Trek resoplar en cada bajada, crujir en cada pendiente y ahora escuchaba: “enhorabuena, eres el sexto”.

Un minuto más tarde llegaba Pablo y 10 minutos después llegaba Ramón. Ignacio nos explicó que tuvo problemas con la llave de su coche, lo que le hizo retrasarse. En cuanto a los demás les perdí la pista, pero seguro que terminaron en tiempo y forma, el gran Lor dirigía la orquesta.

Sin ninguna duda: Día extraño.



Notas: fueron 65 Km y la media fue de 24,58 Km/h según la organización. A mi me dieron datos de 62,3 Km y media de 22,9 Km/h. (lo puse al iniciar el camino). Desnivel acumulado 980m (Polar)

Os mando ruta GPS obtenido con móvil. Los datos de tiempo no corresponden, porque le puse como 15 minutos antes y lo quite unos 5 minutos después.

Saludos pa´tos

Tony

PASTRANA

Al final revancha al Soplao. 3horas, quedando el 60 de la general y el 17 de mi categoria. La ruta fue durilla y yo iba psicológicamente recuperando. Buenas sensaciones. 







2,2 BARES DE PRESION (EL SOPLAO)

Os envío mi petardo de crónica. Por supuesto no es de obligada lectura. Además no es muy animosa. Asi que vosotros vereis si la leeis o directamente la tirais.

Suscribo lo de todos, encantado de rodar a vuestro lado, de estar con vosotros y disfrutar de un sufrimiento desmedido.

Esta vez quiero comenzar mi crónica con la felicitación adecuada a todos aquellos participantes y compañeros de El Soplao 2010, que supieron estar a la altura de las circunstancias, consiguiendo cada uno de ellos sus objetivos marcados, divirtiéndose y disfrutando de este maravilloso deporte que tanta satisfacción nos regala. Desde aquí mi enhorabuena a todos.

Hay sucesos en la vida de una persona que marcan un antes y un después. Todos ellos nos enseñan y nos ayudan a conocernos mejor, nos obligan a realizar un análisis de nosotros mismos, de nuestras circunstancias…El sábado sufrí uno de esos sucesos que necesariamente deben conducir a la reflexión. Deportivamente hablando, sufrí un revés importante, pero moralmente me sentía hundido, fracasado. Aún hoy arrastro sus consecuencias y, como dijo el Lor: “recuperarás las piernas pero tardarás mucho más en recuperar la cabeza”.

Cinco meses han pasado desde que decidí inscribirme en esta prueba. Desde entonces han caído muchos kilómetros sin importar el viento, la lluvia o el barro. Abandoné la carrera a pié para obtener una musculatura adecuada para la bicicleta, dediqué horas de entrenamiento, regulé la comida para obtener el peso adecuado y progresivamente me encontraba cada día mejor y mejor. Día a día, aumentaba la media en mi ruta de la casa de campo, llegando a obtener medias cercanas a los 30 Km/h en los 35 kilómetros y 360m de desnivel positivo. He realizado rutas de largo recorrido en solitario, para acostumbrarme a las largas distancias sin hablar con nadie, concentrado en mis pensamientos. He aprendido a regular y dosificar mis fuerzas en las largas distancias, sabiendo cuando y donde hacer tal o cual cosa. Cree a mi alrededor grandes expectativas y decidí marcar un objetivo, menos de 9 horas, aunque en mi interior me conformaba con 9:30.

Llegó el viernes. Cabezón de la Sal y allí estábamos, Miguel Angel, Ramón, Jorge y yo. Toca revisión general de última hora. Finalmente decido cambiar las pastillas, mi bici no tiene el tacto que necesito. Ajuste del cambio; un poco de tensión aquí, un poco allá, y por último engrase de las piezas menores. Bici terminada. Charleta con unos y con otros, se respira cierto aire de nerviosismo disimulado, cada cual con el suyo. Unos quieren terminar, otros obtener mejores tiempos y otros, simplemente acumular una experiencia más.

Recogida de dorsal a media tarde y, cerveza con Pablo, Jose y Luis (por fin ponía cara a tanto correo electrónico). Hacía calor y eran las siete de la tarde. En Cabezón de la Sal, las calles estaban llenas de gente, los bares, como no, estaban hasta la puerta. Este año ibamos a tener espectadores por el camino, nos habían ido a ver Javier (Castro) y los padres de Ramón. Fue con estos últimos con los que cenamos. Después llegaron Isa, Jorge, Juanjo y Nachete que también participarían al día siguiente.

Y por fin llegó el día siguiente. Las seis y cincuenta y cinco minutos y ya estamos en la salida. Este año, somos de los primeros. La táctica por mi parte es clara, iniciar la carrera fuerte hasta el Soplao, allí parar en el avituallamiento y después sin prisa pero sin pausa encarrilar la carrera. Nervios y…petardos!! Nos lanzamos. Las primeras rampas se suben sin sentir, entramos en la pista que nos conduciría hacia el primer avituallamiento y el polvo hace acto de presencia. El ambiente húmedo pero el suelo seco. Son las ocho y un poco, y se nota algo de calor. Empiezan las primeras caídas, se rueda rápido y el polvo impide ver en algunos tramos casi al ciclista que llevas delante. Pasamos el avituallamiento, nadie para, era como un avituallamiento fantasma. Recuerdo que todos los años había parado a comerme cualquier cosilla. Este año iba a ser diferente. Enfilamos la cuesta arriba que nos llevaba a La Cocina, llegamos a las primeras rampas de El Soplao. Me estoy meando, pero no quiero parar, ya lo haré en mejores momentos. La pista está cómoda, la gente en la cuneta te sube con sus gritos y su pasión, se escuchan cosas como “venga valientes”, “vamos que lo teneis hecho”, “un poquito más y arriba”. Cuando me quise dar cuenta estaba arriba, no había bebido, ni comido aún, pero estaba estupendo, que buenas sensaciones, hoy me como el mundo!!.


Antes de llegar a la cueva de El Soplao llevaba a Jose por delante de mi como referencia, pero tenía que parar, ya no aguantaba más. Empecé a subir a la cueva, parecía que tenía una bici eléctrica, jajaja!! Cuando llegué arriba, aplausos y vitores, que bien sientan!! Vi el avituallamiento y pensé: para qué parar?? Llevo la botella llena, la Camel con su litro intacto, aún no he comido, debería hacerlo ya!! Bueno empieza la bajada, a concentrarse…por Dios, pa´habernos mataó!!, parecía que me perseguía alguien muy, pero que muy malo. En la última cuesta volví a ver a José le tenía a 50 metros.

Carretera y manta, grupeta de tres mal organizada, tiro yo, me como el viento, pero no me importa estoy bien. Sigo sin beber y sin comer, empiezo a darme cuenta que debería beber más y comer algo. Bueno ya en el siguiente avituallamiento paro. Empiezo el monte Aa, qué rampas…nunca me acostumbraré, jajaja!! Me noto algo débil pero pronto empiezo la bajada, uff!! Parece que la pierna izquierda me amenaza con un tirón. No puede ser, serán mis obsesiones, mis miedos. José pincha pero no necesita ayuda. Bajada del Aa y me coge Pablo. Llegamos al avituallamiento juntos. Me cuenta que ha bajado por la carretera en grupeta de 40 y que tiene los pelos de punta de las sensaciones. Que bonito son algunas cosas!! La media en ese momento es de 22,2Km/h. y ya llevábamos dos puertazos interesantes. Pablo me recuerda que beba y coma, lástima no haberle hecho caso. Llegamos al avituallamiento relleno mi media botella, como un plátano y veo pasar a José, decido que no puedo perder más tiempo, Pablo ya había salido, me marcho. Ahora toca la subida a El Moral, puerto clave, si lo pasas bien, todo irá bien, si aquí flaqueas, la cosa peligra.

Empecé bien la subida, pero pronto me dí cuenta que hacía mucho calor, mis piernas amenazaron un par de tirones y me encabezoné en no parar a reponer líquidos y a comer algo, para no perder tiempo. Así que hice caso de experiencias anteriores y subí el sillín un centímetro. Mano de santo, las piernas ya no se intentaban agarrotar, puse el plato pequeño y a ritmillo continúe la subida. No fue cómoda y sufrí bastante, con lo que me dí cuenta de que algo iba mal, pero tanto entrenamiento se tendría que ver recompensado, sería absurdo, yo estaba muy, pero que muy fuerte. Al final del puerto, el calor era sofocante, qué coño me pasaba!! Llegué jodido, me acordaba de el Lor el primer año de El Soplao. Empecé la bajada, y ya llegando a Barcena Mayor, la pierna izquierda me dio el aviso muy seriamente, llegué al avituallamiento, era casi la una de la tarde, el calor  brutal (5 horas, 100 Km no va mal la cosa!!).

Me bajé de la bici, la tiré en el prado y me planteé comer hasta reventar y beber hasta que se saliese por las orejas. Pero era tarde. Cuando di el primer mordisco a mi precioso bocadillo de Jamón Serrano, casi vomito, no podía comer, no me entraba nada, de nada. Decidí comer un plátano y bebe un poco de acuarius, fui capaz de meterme un gel y como ya había parado mucho, empecé la subida del peor de los puertos, Cruz de las Fuentes. 15 Km de pura subida que se hacen interminables.

Empecé y mis pensamientos sólo se iban a que no me dieran tirones, por lo que decidí meter el platillo desde el principio y subir tranquilo, para recuperar. Mientras iría bebiendo y comiendo (saqué una barrita y la puse en el manillar). Pero la cosa no fue fácil, la comida no me entraba y me empezó a doler el estómago brutalmente. El gel no me había sentado bien, necesitaba beber más agua, pero no me entraba, empecé a pensar en negativo: “no voy a poder terminar en el tiempo establecido”, “tanto entrenamiento y todo a la mierda”, “parece mentira que sea tan bacalao”… sin embargo mi cerebro “atocinado” fue incapaz de decir: párate!!, recupera y luego sigues. Se empeñó en hacerme continuar dando pedales, cada pedalada era un triunfo, el calor me podía. Empecé a maldecir el calor y pensaba, “puta mierda de calor”, “estoy hasta los huevos de este sol de mierda” “joder que calor”. Y yo me agotaba, hasta que llegó el momento, plass!! El cuadriceps izquierdo no aguantó más deshidratación, no aguantó tan poca comida y decidió que era la hora de que me bajara de la bici. El tirón fue brutal porque fui pedaleando mientras me amenazaba, apretándole para cortarle el oxígeno y se relajara, pero cuando solté la mano me dio tal golpe que tuve que bajarme sin remedio. Así que, me quedaba más de media subida a Fuentes y ahí estaba parado con un tirón en la pierna izquierda. Estaba derrotado, mentalmente jodido, mis pensamientos viajaban al abandono, al fracaso, a no conseguir lo soñado, a no seguir. Mi objetivo no era terminar, eso ya lo había hecho en dos ocasiones anteriores, mi objetivo eran las 9 horas y media.






Mientras estaba pensando si bajarme a Barcena Mayor y abandonar llegó Cali un compañero del Club Ciclista de Cabezón, y me dijo que continuara con él. Gracias desde aquí Cali. Me puse a su ritmo, plato pequeño y piñón mediano, fuimos charlando de su empresa de Pladur, de mi hija Irene, de su hijo de 24 años y de nuestra afición común, poquito a poco subíamos. Yo seguía sin beber y sin comer pero se me había pasado el dolor de estómago, su objetivo estaba en las 10 horas, el año pasado había hecho lo mismo que yo 10:30. A falta de un par de kilómetros, empezaron de nuevo los pensamientos negativos, “ya no lo consigo”, “quiero abandonar”, “tanto sufrimiento no tiene sentido”, sin embargo había una diferencia, Cali estaba a mi lado y empezó a decirme que se lo debía a mi mujer, a mi hija, a mis amigos y a todos aquellos que confiaban en mi, que terminara por ellos, por la afición que estaba apoyándonos en los cruces y carreteras, las horas de preparación de la organización, la gente que estaba en meta durante horas…Me convenció y cuando llegué al alto del puerto eran las tres de la tarde, llevaba 7 horas, y sólo me quedaba la subida a Venta Vieja y de nuevo la subida a El Moral. Dándose mal en 3 horas estaba en meta, al fin y al cabo ganaría media hora con respecto al año pasado y que le vamos a hacer, yo lo había hecho mal, no había comido, no había bebido, la culpa era mía. Cali me dijo que continuara con él, pero preferí tomarme un plátano y beber algo de agua, me costó hacerlo pero lo hice. Llevaba 7 horas y había comido dos plátanos y un gel, junto con pequeños pedazos de una barrita energética en la subida a Fuentes. En cuanto al agua llevaría un bote y medio, quizás 2, es decir un litro más o menos. La verdad es que no se puede ser más gilipollas. En fin.

Hice la bajada del puerto, la subida a Palomberas fue un poco lamentable, tirones y más tirones me obligaron al “empuja bike” durante unos metros. Luego la presencia de gente y mi orgullo, me llevó a pasar por el alto del puerto con un tirón en la pierna derecha pero sin bajarme. La bajada de Palomberas la hice en solitario, comiéndome de nuevo todo el aire y como había que recuperar tiempo pues a dar pedales. Llegué al avituallamiento, esta vez no había café, mala suerte, tiré mi bote lleno de agua y rellené con acuarius de naranja y como no podía comer nada porque no me entraba pues seguí la ruta. En Venta Vieja ya iba tocadísimo, subía con tirones, muy despacio pero me animó que Ramón llegará a mi lado. Cuando Ramón llegó a mi lado me preguntó “pero que coño haces aquí??” le conté mis penurias y me dí cuenta que debía esforzarme más, exprimirme hasta el final, se lo debía a todos y a mi mismo. Coronamos Venta Vieja a 50 metros de distancia.

La bajada a Los Tojos fue suicida, llegamos al pie de El Moral y había tiempo para hacerlo en 10 horas, no todo estaba perdido. En el avituallamiento me comí mi tercer plátano del día y Ramón me obligó a comerme mi segundo gel de la ruta. Un par de tragos a una cocacola y empezamos a subir. Se nos unió Ricardo, de Mammoth. La subida empezó bien, ni deprisa ni despacio, pero mis tirones empezaron a hacer acto de presencia con lo que tuve que soltar a mis compañeros. Me quedé, volví  a subir el sillín y cambié el plato. El dolor, el sufrimiento, la sensación de angustia, de incomodidad, es indescriptible. Tuve que hacer “empuja bike” durante casi 3 km de puerto, con intento de vomitar cada 10 minutos. Era un cadáver, alguien sin alma, mis pensamientos sólo eran negativos, fracaso, fracaso y más fracaso. Horas robadas a mis seres queridos, horas de mi vida sólo para esto, no era justo, deseaba que se hubiera roto mi Trek, una caída, algo para tener una excusa, y no mi ignorancia, mi falta de previsión, mi estupidez…

Durante muchos años, la montaña me ha enseñado que no hay que temerla, pero si respetarla. El miedo te atenaza y de impide disfrutar, pero la falta de respeto sólo te puede conducir a una temeridad que puede terminar mal. Porqué no haberme dado cuenta?? Porque despreciar 168 Km y 4200 metros de desnivel ?? ¿Qué coño me había creído?

Finalmente llegué después de un sufrimiento indecible, herido en el corazón y dolorido en el cuerpo. El tiempo empleado fue de 10:55, y la energía fue de 3 plátanos, 2 geles y aproximadamente 2 litros de agua-acuarius Con una sensación de desprecio y de rabia…con ganas de llorar y de gritar. Lo primero que hice fue llamar a Tere, quería escuchar su voz, necesitaba escucharla.

Después de este Soplao hay un antes y un después, seguro que tardaré en recuperarme psicológicamente, pero como dice Miguel Angel, no se debe dramatizar lo que no es dramatizable. Esto no es importante en la vida, sólo una marcha de bicicleta y ojalá todo lo dramático de la vida sea este varapalo deportivo, jajaja!!

Así, que valga de experiencia para los demás las experiencias del resto y aunque sé que es largo el correo, espero haber transmitido mi amargura deportiva con la fiereza con la que me trató el sábado El Soplao.

Evidentemente que nadie piense que abandono, ni nada por el estilo, de hecho habrá que planear nuevas aventuras; la Salzak de Austria puede ser un gran objetivo. Bueno espero ideas… y por el camino, pues quedan los 24-12 que si Ramón quiere seré su pareja, quizás me lleve un Bardenas por delante y quien sabe si Camino a la Perdición se podrá realizar, estaré en Pastrana dentro de dos fines de semana dándolo todo y en octubre tenemos cita en el País Vasco, los 88 y quizás José nos invite a Cordoba a conocer sus encantos bicicleteros.

Quiero desde aquí daros a todos un millón de gracias por entenderme, por acompañarme en mis angustias y por darme ánimos. Y por supuesto, volveros a felicitar porque todos y cada uno de vosotros habéis conseguido lo que os habíais propuesto. Felicidades y quedo a la espera de vuestras crónicas.

Saludos pa´tos


Tony

EL SOPLAO MADRILEÑO


Hace muchos, muchos años, me propuse sentir la libertad. Evidentemente no lo conseguí. Sin embargo, cada día que pasa no dejo de intentarlo. Alejarse de la realidad cotidiana es el objetivo final de cada día. Curiosa redundancia.

He leído que “la esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga”. Y con ésta o aquella esperanza, el sábado nos embarcamos en una miniaventura que, como poco, me llevó a conocer algo más de mi mismo y, a tener menos desconocimiento de mi compañero.

Once y media de la noche…allí estaba, preparando el GPS para la megaruta del sábado. Pablo me va a matar, le he metido en esto con la única información de un conjunto de rutas de Wikiloc, mezcladas y unidas a golpe de CompeGps, comprobadas en Google Earth y con el Perfils para el desnivel positivo. Aún tenía algún tramo bailando a eso de las doce de la noche. En fin, hora de dormir, más se perdió en Cuba.

Amanece el sábado. Seis de la mañana ufffffff!! Que poco se ha dormido y menos mal que Irene no protestó en toda la noche. Yoghourt, kiwis, Té y tostadas con aceite. Delicioso desayuno. Bueno ya que estoy un platanito para rellenar. Seis y veinte, salgo a la calle. Parece buen día, enchufo la bici en el coche y salgo a buscar a Pablo. Siete y 2 minutos, Pablo está en la calle esperándome. Montamos su megatrasto en el coche y empieza el día.

Al instante Pablo pregunta: ¿bueno entonces por donde vamos a ir??. Coño!! yo estaba perdido, pero había quien no se había leído ni los correos, jajaja!! Qué bueno!! Me encanta, promete aventura. Respiro hondo y empiezo; la ruta consistirá en 183 Km y unos 4200 metros de desnivel. Empezamos en Manzanares, seguimos el camino de Santiago hasta Cercedilla, subimos Fuenfría, bajamos a Valsaín, nos llegamos a La Granja, continuamos hasta un poco antes de Navafría, subimos el puerto de Malagosto, descendemos a Rascafría, nos desplazamos hasta El Paular, ascendemos Morcuera, bajamos por la Hoya de San Blas y aparecemos por Manzanares, qué te parece?. Pablo me mira y contesta; ¿y eso salen 183 Km? Joder… ya empezamos con las tiranteces, jajajaja!!

Llegamos a Manzanares y en menos de 15 minutos estábamos con nuestras máquinas listas para rendir en el top 100. Son las 8:10, comenzamos la Megaruta.

El camino a Cercedilla era conocido y además fácil de seguir. Un trazado prácticamente llano con algún sube-baja, pero divertido. La llegada a Cercedilla fue un poco más tardía de lo calculado ya que mi compañero hizo gala de su edad, parándose a mear unas 200 veces, y es que es malo ser mayor, jajaja!!. Empezaba la romería de ciclistas que se acicalaban con sus ropajes para subir Fuenfría. Otros, ya en ruta, eran sorprendidos por dos locos que les pasaban a toda velocidad. Pablo puso la directa y tocó observar, como una premonición de futuro, un cartel que ponía Pedals de Foc en el trasero de mi compañero, mientras empezaban a tensarse mis minúculos gemelos. Entrando en la pista de arena de Fuenfria empezamos a ir deprisa, tan deprisa que tuve que frenar para no chocar contra una ciclista que se me cambió en el último momento. Al pasarla, una voz me gritó; qué pasa Tony??. Ostia!! Alex, qué tal?? Un colega Mammothiano que iba con su chica. En fin, lo de siempre, saludos, abrazos y vamos que tenemos prisa. El comentario de Pablo: “ya verás como éste comenté como subíamos Fuenfria”. Tiempo de subida 1:04. Me pasé la subida diciendo: “sujeta los caballos”. Comienza la bajada, parada en la Fuente la Reina para reponer fuerzas y beber agua. Nos acompañaban unos siete grados de temperatura, hacía un frío helador. Llegamos a Valsain sin muchas contemplaciones y giramos a buscar La Granja. Este tramo lo hicimos por carretera ya que yo no lo había preparado.

En la Granja, empecé a perderme y estuvimos como unos veinte minutos dando vueltas hasta que un segoviano, curtido en los menesteres de la carrera a pié, nos indicó amablemente por donde se tomaba