MONOLOGO CON EL SOPLAO


Estimados compañeros y devoradores de aventuras, otra vez me encuentro delante de la pantalla vacía de mi ordenador, y me dispongo a llenarla con impresiones y sentimientos, que espero os agraden y que, como mínimo, os entretengan.

Ante todo agradeceros a todos los que llamasteis para darnos ánimos en aquellos últimos momentos, justo antes de la aventura de El Soplao. Para aquellos que no sepan lo que te espera allí, decirles que son 165 Km de bici de montaña y 4300 m de desnivel positivo. Pero eso, amigos, no es lo más duro. Lo peor son las 10 horas que estas enfrascado en tus pensamientos. A esos pensamientos se les superpone el sufrimiento físico, frío, calor, humedad y dolor de casi todo.

Sin embargo, la ilusión y las ganas de volver a realizarte como aventurero con honor, te hacen continuar, te hacen ser mejor, sobreponerte a tus sufrimientos y seguir cabalgando sobre tu máquina.

Muchos de vosotros os habéis extrañado de que no se haya escrito nada al respecto de este “infierno del norte” (tal y como reza en el maillot que nos regalaron). El año pasado teníamos overbooking de relatos, y este año…, qué paso?? No puedo deciros que pasó con mis compañeros de pedaladas pero si puedo deciros que me pasó a mi.

Esta aventura era la prueba objetivo anual. Este término se lo dedico a mi gran amigo Luque, ya que le gusta mucho lo de “las pruebas objetivo”, pero sin ninguna duda tiene razón. Se debe entrenar con una visión de futuro. Organicé mis pruebas, mis entrenamientos, montaba y corría cuando debía, cuidé la alimentación, e intenté por todos los medios cuidar el descanso. Sé que no es mucho, pero desde enero al 23 de mayo, día de la prueba, llegué con 3500 Km de puro Mountain Bike. He llegado a alcanzar medias de 27 Km/h en la casa de campo y he corrido unas cuantas pruebas durante el año. No obstante y como siempre, no basta. Sé que puedo dar más pero también quiero tener vida, y aunque cada día menos; tener amigos.

Terminé decepcionado conmigo mismo, con mi penoso tiempo. Quien ve mi tiempo y mi clasificación me tacha de loco y dice que está fenomenal, pero yo sé que puedo hacerlo mejor y no lo he hecho.

Todo comienza unos 20 días antes de la prueba. Discuto con personas de mi familia. Esto me provoca ansiedad. A estas alturas estoy cansado de montar: día si y día también monto en mi jaca y hago kilómetros sin recompensa psicológica, sólo la física. Siento que mis piernas se ensanchan y que mi corazón late con más recorrido de pulso. El 11 de mayo se desata otra tormenta y termina por desestabilizar mi frágil cerebro. Desde entonces, decido que se acabó montar en bici. Necesito parar, necesito descansar, estoy agotado de montar solo, de no divertirme mientras monto, de marcarme objetivos frente a la media del día anterior. Todo viaja rápido y quiero bajarme pero me veo arrastrado.

Finalmente el 22 de mayo me monto en la furgo del Lord y me marcho a Cantabria. Empiezo a sentir como mi corazón se acelera, pero mi cerebro se bloquea, como si no quisiera ir más allá. Tengo el puntillo de la competición, ya sabeis; los nervios de la salida, pero me falta la motivación. Durante el viaje todo sucede de manera natural, muy agradable. Roberto, el nuevo fichaje, es un tipo majete con el que es agradable charlar. Las conversaciones…las de siempre, no vayais a pensar mal, es decir, bicis y trabajo, bueno de vez en cuando “pivas”, y es que aunque tengamos 40 estamos de muy buen ver, jajaja!!

Por el camino, los teléfonos no dejaban de sonar, nos llamaban para desearnos suerte al día siguiente.Cuanto se agradeció!!

Cuando pasamos Burgos, el tiempo empezó a cambiar y del sol pasamos a la lluvia. Cuando llegamos a Cantabria, llovía débilmente pero insistente. Allí nos esperaba Ramón. Por fin los 4 jinetes se reunían.

Dejamos las cosas en la pensión, y nos fuimos a cenar. En la cena, más llamadas de apoyo y conversaciones de lo que nos esperaba al día siguiente, por supuesto no faltó nuestra ración conversadora para las mujeres ciclistas que nos acompañaban en las mesas aledañas.

A esas alturas yo no me encontraba muy bien de moral, pero estaba seguro de que se me pasaría. Como anécdota, contar que me tuve que poner puntos de aproximación, porque me llevé una mano con la navaja de Ramón preparando un guardabarros delantero con una botella de agua integral (cuyo precio fue motivo de discusión durante media horita). Desde aquí, gracias a Mani por sus cositas.

Por la noche no dejo de llover, tormenta ruidosa donde las haya. Entre sueños pensaba lo que se nos venia encima.

Amaneció y dejó de llover, desayunamos, preparamos las burras y a pasar el chip por la salida. Yo empecé a encontrarme muy mal de ánimos y Ramón y yo fuimos a tomar un café, por fin en una carrera teníamos tiempo hasta para tomarnos un café. Graciosa situación la del bar: una piva empezó a “entrar” a Ramón, que desde luego no tenia muchas ganas ni de hacerse unas risas (aunque las dejamos para la noche). Café rápido y pistoletazo de salida. Como siempre, salimos de los últimos, aunque tampoco muy mal. Llovía débilmente pero soportable. Empezamos remontando puestos pero había mucha gente, nos empezamos a perder. Primer punto de encuentro, el primer avituallamiento. Yo llegué el primero, Lord apareció unos minutos después, a posteriori lo hizo Ramón. Después de beber agua y comer mi primer plátano plantee al Lord la posibilidad de separarme del grupo e intentar un solitario. Como era de esperar obtuve la bendición y empecé mi carrera. Ya no supe nada de mis compañeros hasta la tarde.

En lo deportivamente hablando todo fue lo esperado. Como siempre, podía haber apretado un poco más y haber ganado en el total de la ruta 30 minutos. Sin embargo, algo había cambiado, a medida que hacía kilómetros mis piernas funcionaban un poco mejor, pero mi cerebro un poco peor. Sentado en mi Trek, sólo me dedicaba a pensar, a veces me descubría bajando y no sabía como había llegado allí. Tenía sensación de lejanía, no estaba en la carrera, estaba absorto en mi mismo, en mis pensamientos lejanos, en mis Montañas de la Locura, en mi soledad rodeado de un montón de personas.

Durante la ruta conversé con toda clase de gente, pero los que más me llamaron la atención fueron dos hermanos gallegos, con ellos hice el puerto de “El Moral”. Fue agradabilísimo, íbamos charlando y discutiendo sobre las rutas en Galicia, Madrid, Asturias… y uno de ellos terminó diciendo “pero lo más importante, es que puedo montar y sufrir con mi hermano al lado” Eso si fue grande, o al menos a mi me lo pareció en aquel momento y debido a mi situación. Llegado el momento, mis piernas fueron más grandes que sus ideas y tuve que abandonarlos, para continuar con mi lucha en solitario. En otra ocasión conocí a un Mammoth disfrazado (sin corporativismo, es decir sin maillot del club), pero le dejé en el puerto del Monte Aa.

Terminé mi ruta con dolores en la rodilla pero entrando con plato grande, como los mejores, ganándome el aplauso del respetable. Fue el único momento de la carrera que me sentí apoyado, arropado, querido. El tiempo fue desastroso para lo que había entrenado y las sensaciones malas. Sin embargo no me dolía ningún músculo del cuerpo, sólo la cabeza.

Cuando fui a lavar la bici, había un grupetto que relataba las bondades de las personas que a lo largo de la carrera nos animaban y gritaban. Yo por mi parte, ni siquiera los vi. Fue una de esas carreras en las que uno no deja de pensar y va completamente solo, inmerso en sus quehaceres como buen aficionado, ya sabéis: beber agua regularmente, alimentarse con frecuencia, estirar si se puede…

Una vez terminada la prueba, fui a la pensión, me duché, me cambié y fui a buscar a mis compañeros, pero esta vez no hubo abrazos, euforia, ni fotos, lo cual aún no entiendo. Os aseguro que terminar esta prueba es para abrazarse al primero que veas!!

A la noche fuimos a cenar, comentamos la carrera y hablamos hasta las 2 de la madrugada, que da para mucho. Para saber de esas conversaciones, tendréis que venir y participar el año que viene, donde sin ninguna duda volveremos a sufrir en el Infierno del Norte, cada uno a su manera pero todos sobre nuestras jacas voladoras.

Desde aquel día, sólo he montado en bici 4 días y he salido a correr 2. Sigo sin emocionarme. Espero que se me pase pronto, porque lo necesito y mucho. No obstante, muy mal de forma no estoy:  hoy he hecho Manzanares, las Zetas con subida a la Nava y regreso a Manzanares en 2:42:00, eso sí, he roto un radio de la rueda trasera, me he comido un mosquito bajando, y me ha picado un bicho justo por debajo del ojo. Toda una aventura, jajaajaja!!

No quiero terminar sin antes enviar un gran abrazo al gran ausente de esta edición de “El Soplao”, el más grande y genuino Eduardo Ezquerra. Que sepa que se le echó de menos!!

Para los amantes de las estadísticas:

Si alguien le interesa mi tiempo, 10:33:04 y mi puesto en la general es el 240 y según mi categoría el 91.
Terminaron 912 personas, el primero entró en 7:16:44 (pulverizando el record del año pasado)  y el último en 16:5515
En menos de 8 horas sólo entran 11 personas
Entre 8 y 9 horas entran 40 más
Entre las 9 y las 10 horas entran 100 personas más


Saludos pa´tos
Tony