POSSETS, LA MONTAÑA

Debido a la enorme presión ejercida por los medios J, he tenido que ceder y redactar la crónica de la ascensión primaveral con esquíes al Posets.

Los participantes de tal hazaña, han sido: Juan Ángel, Lucas y Tony.

La aventura comienza el jueves 30 de abril.

Llegamos al parking de la cascada de Espigantosa a eso de las 19:00. La lluvia era débil pero existente. Empezamos a preparar las mochilas y : tachan!! Lucas descubre que la rueda trasera derecha del Opel Signum está pinchada.

La lluvia y un pinchazo no pararán nuestros deseos de cargarnos las “ligeras” mochilas que transportan nuestros esquíes colgando, y caminar con nuestras botas de travesía durante supuestas 2 horas de camino al refugio. Comenzamos a las 20:00, no sin antes hacernos unas fotillos de rigor.

Acordamos que lo del pinchazo nos obliga a bajar el sábado por la mañana para intentar arreglarlo ya que el domingo queríamos estar en casita por aquello del día de la madre. Esto a su vez nos obliga a subir a la cumbre el viernes y a no fallar, porque no tendremos más posibilidades.

Juan Ángel ya había pisado la cumbre por el lado de Estos, Lucas no había estado nunca y yo lo había intentado dos veces años atrás sin éxito, por lo que lo calificaba como “la cumbre”, es decir tenía que subirlo, si o si.

Pues entre emociones y risas nos plantamos en un torrente de agua que empezamos a subir por su vertiente derecha. Uff!! algo está mal, hemos perdido el camino!! . Nos pusimos los frontales, y a bajar a recuperarlo. Una vez recuperado una amarga subida nos estaba esperando. El apoteósico final se acompañó de nieve hasta la cintura, sin guetres puestos, pero con las luces del refugio de fondo que nos invitaban a seguir. Por fin en el refugio. Hora final las 23:00. Bueno, no está mal !!, hemos tardado una hora más de lo habitual, qué le vamos a hacer!!

DNI al guarda (buena gente). Nos estaba esperando y nos preguntó que a qué hora saldríamos al día siguiente. Contestamos que a las 6:30. A dormir, con la emoción de atacar la cumbre que se me resistió dos veces.

Nos levantamos con los frontales, desayunamos y empezamos a preparar la mochila. No me digáis por qué, pero no estábamos con los esquíes puestos hasta las 9:00. La verdad es que el tiempo no estaba para muchas bromas: el viento soplaba con mucha fuerza, nevaba y hacia bastante frío. Las nubes a veces bajaban demasiado con lo que mojaban la nieve e impedían que viéramos más allá de nuestras narices. El tiempo no acompañaba, pero no íbamos a abandonar la única ocasión que teníamos de subir.

La ascensión se hizo lenta y pesada. Yo iba como unos 200 o 300 metros por delante, iba abriendo la huella para facilitar la ascensión a mis compañeros que estaban un poco menos en forma, pero parece ser que perdían la huella a cada tanto por la ventisca. Finalmente llegamos al primer sitio de confusión: "que si la canal es esta, que si es aquella", bueno finalmente decidimos la correcta!!  y más subida. Esta vez la subida se hizo por una canal empinada y bastante dura. Volvieron a entrar las dudas: es por aquí, es por allí… volvimos a acertar (el mapa, junto con el GPS y algo de intuición facilita  la falta de visión que teníamos en ese preciso momento). Después de una durísima subida donde un paso hacia delante, significaba 3 pasos para atrás (nieve húmeda por las nubes), llegamos hasta la pala que da paso a la arista cimera. Tardamos casi una hora en remontar unos 50 metros de distancia. La ventisca era muy fuerte, el avance penoso y nos dolía el alma, pero tuvimos que desistir y pensar en abandonar después de 6 horas de marcha. La frustración de mi tercer intento hizo mella en mi, y grité e insulté todo lo que pude, pero desgraciadamente el tiempo no mejoró y la nieve no se volvió dura y perfecta.



Pensaba en la bajada, la niebla nos iba a provocar más de un mareo, y la nieve no estaba para muchas bromas, la posibilidad de darnos trastazo tras trastazo era elevada. Sin embargo y contra todo pronóstico la bajada se hizo rápida y limpia (bueno algún que otro golpe, pero son cosas de la nieve virgen, húmeda y pesada). Paramos a comer en mitad de la canal fonda y vuelta al refugio, con el corazón partido, y ante la aplastante evidencia de la derrota por la montaña. Sólo nos quedaba el consuelo de la amistad y el buen hacer, que en los tiempos que corren ¡ qué más se puede pedir !

De vuelta al refugio nos informaron de la  mejoría del tiempo para el sábado 2 de mayo. El refugio se había llenado de gente muy variopinta, todos dispuestos a conquistar el pico que yo por tercera vez había tenido que abandonar y que Lucas no había podido conquistar. El esfuerzo y el cansancio por el intento nos desalentó para el día siguiente. Además estaba lo del pinchazo del coche. Teníamos que llegar pronto porque no teníamos rueda de repuesto de verdad, si no una “galleta” y hacerse un viaje a 80 Km/h como máximo es un poco coñazo. En fin, la vuelta era inminente.

Nos fuimos a dormir, pero a las 4 de la madrugada estaba despierto, no me quería marchar sin volverlo a intentar. Entre sueños empecé a imaginar la cumbre con sus maravillosas vistas… A las 6 de la mañana desperté a J.Ángel y le comenté que me subía solo a la cumbre, mis posibilidades de éxito eran altas: hacia buen tiempo, seguía manteniendo un estado de forma aceptable y la ilusión por alcanzar la cumbre era máxima.

Finalmente despertamos a Lucas y empezamos a pensar. El coche pasó a un segundo plano, pensé que no seria un problema, ya nos las apañaríamos !  Dicho y hecho, a las 7:20 estábamos con los esquís puestos y caminando de nuevo. Esta vez fue diferente, la nieve estaba dura, la tarde anterior había salido el sol, y la nieve había transformado. Nos pusimos las cuchillas para subir las primeras y duras rampas.

Al poco tiempo Lucas se empezó a quedar, el día anterior había hecho mella en él, por no decir que en sus pies asomó una magnífica ampolla que le impedía seguir esquiando como debiera. Decidió, como sabio montañero, quedarse para no retrasar la marcha.

J.Ángel y yo seguimos nuestra marcha hasta el final de la Canal Fonda. Qué bonito estaba todo: el sol lucía y la nieve aún permanecía dura. Las vistas eran espectaculares aunque por desgracia sólo llevábamos mi móvil para hacer fotos (mi cámara se quedó sin batería). Estábamos en tiempo, 2 horas hasta el final de la Canal Fonda, esta vez nada impediría pisar la cumbre. La canal termina en una durísima cuesta que yo subí con los esquís haciendo más zetas que el zorro y que J. Ángel subió con los crampones y los esquís en la mochila., pero finalmente, cuando vimos la pala que nos conducía a la arista cimera… uhmm!! Qué sensación!! Qué paisaje!! Qué arista!!



























































Tuvimos que quitarnos los esquís para seguir avanzando. La cosa se ponía bastante fina, por no decir estrecha J Al comienzo de la arista, dejamos los esquís clavados en la nieve, nos pusimos los crampones y avanzamos lentamente por la arista hasta alcanzar la cumbre. Nunca sentí una cumbre de aquella manera, me sentía feliz, radiante. Era un dos de mayo, el cumple de mi padre, y que mejor regalo que mi felicidad!! Aventajé a J. Ángel en un par de minutos y cuando llegó creo que casi tiene que desprenderse de mi del abrazo que le di. Sé que no es más que un tres mil más, pero era mi 4º intento y por fin lo logré. El esfuerzo del día anterior abriendo la huella, el cansancio de ese mismo día, la impresionante arista cimera, la recompensa del paisaje, todo había merecido la pena.














Después de la recompensa, toca la bajada: a disfrutar!! La primera bajada fue espectacular, una pala expuesta por ambos lados pero bajable, eso sí  sólo por J.Angel y yo, jajaja!!

Pero aún tenía esta montaña una sorpresa para mí. La bajada se hizo bien, pero decidimos bajar por una pala expuesta de unos 40 grados y cara sur. Le comenté a J. Ángel que eso podía  caerse en cuanto lo pisáramos, pero como siempre; soy un exagerado. No obstante me fui a un lateral por si acaso. En el segundo giro, me caí y tuve una sensación rara, comparable a ir bajando por un río con un chaleco salvavidas puesto, es decir iba flotando y avanzando a la misma vez. Coño!! Un alud!! Voy en el frente de un alud!!, esta pala se ha caído y yo con ella!!. En un instante se me pasaron veinte mil cosas por la cabeza pero mi obsesión era quitarme los esquís (los llevaba atados con las cuerdas y tiraban de mi hacia abajo). Logré quitarme los esquís y de repente todo paró. Estaba sudando, quizás hasta temblando, me calcé los esquís y salí de la línea de bajada. Yo no sé si me hubiera enterrado o no lo hubiera hecho (posiblemente no!!), pero sólo verte flotar en la nieve y no poder controlar nada de lo que haces es razón suficiente para que yo estuviera muerto de miedo, aunque he de decir a mi favor que mientras bajaba, logré quitarme los esquís y dejarme desplazar con el frente, sólo pensaba: si me hundo intenta nadar, intenta nadar!! El resultado fue una experiencia más, y que se debe seguir la lógica; nieve primavera, mucha inclinación, cara sur y corte de placa: mala combinación!!

Al final, y recuperado del susto, hicimos una bajada excelente por la  Canal Fonda. La nieve se dejaba hacer y nosotros nos deslizábamos con soltura, fue una bajada espectacular, por fin la montaña se mostraba benévola. Vuelta al refugio, un poco de descanso y bajada al coche. Llegamos a las 15:20. Abrazo y felicitaciones por parte de Lucas que ya nos esperaba.

Cambiamos la rueda y pusimos la “galleta” .Bajada y a encontrar un taller. Finalmente pudimos salir del valle de Benasque a las 20:00 y es que amigos aquí los talleres trabajan despacio, muy despacio.

Llegamos a Madrid a las 2:00 con la satisfacción del trabajo bien hecho. Al día siguiente a celebrar el día de la Madre que todas las que me rodean se lo han merecido por aguantarme y sufrir conmigo, vaya por ellas y por mi Padre, esta cumbre que tanto esfuerzo me costó.

No quiero despedirme sin dar las gracias a mis compañeros, en los que confio y quiero.

Salud a todos

Tony